Estudios
psicológicos afirman que el llanto en los niños es su mejor manera de
comunicarse, que cada vez que quieren algo y no lo obtienen recurren al
conocido berrinche como medio para obtener lo que desean, de acuerdo a la edad
del niño es comprensible este planteamiento, cuando son bebés menores de dos
años es común pensar que simplemente es una manera natural de expresar enojo y
frustración; sin embargo con el pasar del tiempo y se han vuelto más grande,
pareciera que la frustración como padres nos invade, porque ahora que sabe
comunicarse a través del lenguaje, continúa presentando episodios de las
llamadas rabietas, sin encontrar forma de entendernos; apenas se detona una
situación socialmente difícil estando en el mercado, en una zapatería o en una consulta
médica, nos invade un sentimiento de no saber qué hacer, es un estímulo que
altera nuestro equilibrio y como estamos expuestos ante varias miradas afiladas
para juzgar y criticar nuestro comportamiento, nos paralizamos y dejamos que el
piloto automático se dispare, algunos tardan unos segundos mas tratando de
recordar que es lo mejor que se puede hacer en esa situación; algunas teorías
hablan de ignorarlo, dejarlo llorar, que hagas sentir tu carácter y le hagas
saber quién es el que manda, algunas plantean la silla de castigo o de pensar,
y varias prácticas conductistas más. Por otro lado, nuestro sistema de defensa
se accionará y nos llevara directamente a esos métodos de crianza a los que
fuimos sometidos y eso prevalecerá al momento de corregir a nuestros hijos,
está instalado en nuestro subconsciente y personalidad la forma de actuar según
nos hayan moldeado.
Ahora
bien, lo que deseo que observes conscientemente es, ¿qué conductas estas
modelando inconscientemente con tus hijos al momento de corregirlos? Allí
tendrás una oportunidad para revisarte si así lo decides.
Las
enseñanzas de Medicina Integral Quántica nos invitan a hacer uso del sentido
común en cualquier circunstancia, y si eres madre o padre de niños menores de 7
años conectes por unos segundos con tu sabio interno, antes de actuar
automáticamente, y hagas una pausa
silenciosa, no importa cuanta gente te observe, obsérvate tú y decide darle
salud a tu hijo, está demostrado que desde que nacemos empezamos a acumular nucleos fértiles para la enfermedad de acuerdo a la intensidad y tiempo de exposición de una emoción, muéstrale algo distinto que sea de su interés, distráelo,
sácalo de la emoción, corta el drama en el que está, lo importante es no
dejarlo llorar desconsoladamente, tampoco es momento de sermonearle, porque
estarás afectando su salud física y emocional de acuerdo a la frecuencia y
tiempo de exposición de la rabia. Una vez captada su atención, mantenlo
distraído, luego ambos en calma podrán comprenderse, con palabras cortas y
sencillas explícale qué de su comportamiento no te gustó, sin entrar en largos
discursos de conciencia, así estarás ganando un espacio importante de escucha y
atención con ellos, se sentirán atendidos, respetados y confiaran en tu amor
para orientarlos; dejarás de repetir situaciones y métodos incómodos que tanta
represión y anulación han dejado en la sociedad, recuerda que seguimos
evolucionando y la paternidad no es la excepción.
Con amor a tus hijos...
Jesee Odelit Moreno